CARTAS DE SANTA ÁNGELA
CARTAS DE SANTA ÁNGELA
Un regalo para la Virgen en el mes de mayo.
Mis muy queridas hijas en Dios nuestro Señor:
1. Como vamos a entrar en el hermoso mes de las flores que
con su perfume embalsaman el ambiente, y también está dedicado a nuestra
buenísima Madre, debemos darle algo más de lo diario; porque aunque es tan rica
que tiene de todo y ella siempre nos está dando, pero a las madres les gusta
mucho que sus hijas las obsequien con alguna cosa de su agrado.
Y ¿qué será de su gusto? Porque lo que se desea cuando se
regala es atinar, y a mi se me ha venido es la dulzura, porque los dulces son
muy bien recibidos lo mismo en los pobres que en los ricos; aunque sea un rey
lo agradece viendo en su mesa la expresión del agradecimiento de sus
favorecidos.
Pues no hay duda que la dulzura es muy a propósito para
obsequiarla, porque la dulzura nace de la masedumbre, y tanto una como otra
nacen de la humildad. Y como es la Reina de esta virtud le gusta mucho verla
practicada por sus hijas; y por los buenos resultados que da, lo mismo en la
comunidad que en los demás prójimos.
2. En la comunidad, cuando reina la dulzura en la mayoría y
unas a otras se estimulan a practicarla, es para ver la paz y la tranquilidad,
porque cuando se derrama dulzura se ablandan los corazones más duros. Y cuando
con mucha amabilidad se excusan o se niegan sintiendo no poderlo remediar, da
muy buen resultado y se unen más las voluntades. Y cuando las negativas o
excusas son bruscas o desabridas da muy mal resultado, hay desvío y seriedad, y
se interrumpe el bienestar de la comunidad.
Esto mismo pasa con los demás prójimos: un buen modo y
palabras afectuosas los atrae y los cambia en fervorosos a los que estaban más
tibios; pero cuando es lo contrario, los separa del bien y no tan fácilmente se
puede sacar nada de ellos.
3. Por la dulzura que le damos a nuestra Santísima Madre,
ella nos da vida sobrenatural. Con esta
nueva vida nos revestimos de fortaleza y vencemos los enemigos que pretenden
sorprendernos preparándonos celadas. Pero no le tememos, le hacemos frente y
nuestra buena Madre nos ayuda, y de la lucha salimos victoriosas; y caen
derrotados y humillados a nuestros pies el espíritu del mundo y la soberbia y
los demás, y el amor propio acoquinado no se atreve a levantar la cabeza.
4. Y después de salir victoriosas, nos ponemos en condiciones
para trabajar en los campos que nuestro Señor ha puesto en nuestras manos y hay
necesidad de cultivarlos. Y la tierra es buena, la semilla inmejorable, lo que
falta es buenos operarios que trabajen sin cansarse, para que no se seque la
semilla y se ganen muchas almas que amen a Dios y le sirvan en el tiempo y por
toda la eternidad.
Pero, si primero no hacemos lo que quiere nuestra Santísima
Madre, cuando nos comunica la vida, que es el aprovechamiento espiritual, no
sacaremos fruto, porque lo que no se tiene no se puede dar. Pero siendo fieles
a lo que esta buena Madre quiere, qué felicidad en la comunidad que parecerá la
imitación de la gloria. Y las Hermanas, ángeles humanos haciendo el oficio que
hacen ellos: amarle, servirle y ayudar a los hombres en alcanzarles gracias
para ayudarles en lo espiritual.
5.Y ésa es nuestra misión: la propia santificación, para
unirnos y más unirnos al Sagrado Corazón y llevar a todos los nuestros a lo
mismo. Y gozar en esta vida la dicha de la virtud, dando a nuestra Santísima [Madre]
el consuelo de vernos fieles a sus amorosos llamamientos. A la Iglesia, el
trabajo de los que continúan la redención siendo buenos operarios. Y al
instituto, la alegría de ver la comunidad edificante. Y todas descansar en los
brazos de nuestra dulce Madre por toda la eternidad.
Mucho las quiere y bendice en los Sagrados Corazones,
vuestra pobre Madre.
Sor Ángela.
30 de abril de 1923
Fuentes: Revista nº24
Hermanas de la Cruz
30 de abril de 1923
Fuentes: Revista nº24
Hermanas de la Cruz
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