CUERPO Y SANGRE DE JESUCRISTO (CORPUS CHRISTI)


En muchas ciudades llevamos hoy en procesión por las calles el Cuerpo y la Sangre de Jesús. Nos recuerda que Dios no se acercó a la vida humana con distancia para no implicarse demasiado, ni con asepsia para no contaminarse. Se hizo de nosotros con todas las consecuencias en una encarnación irreversible. Nos vino a revelar que nuestra vida es amada por Dios. Con su muerte y resurrección nos asegura que con toda la creación caminamos a su mismo destino de vida eterna, que la muerte no puede destruir. 

Cada día renovamos este prodigio en el pan y el vino consagrados. El Señor sigue compartiéndose, al alcance de todos por igual. En el pan y el vino están físicamente presentes la apuesta del campesino por la cosecha futura, el trabajo en los surcos, en los molinos y bodegas, las ideas y venidas del transporte, la especulación de precios y mercados. Toda la creación camina desde todas sus dispersiones y rupturas hacia esta plenitud reconciliada en el encuentro con Jesús resucitado que ya se realiza ahora en el pan y el vino que compartimos en medio de la comunidad y paseamos por nuestras calles donde se construye el Reino de Dios.


Benjamín González Buelta, S.J.
Fotografía: El Puerto Actualidad.



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