SANTIAGO APÓSTOL, PATRÓN DE ESPAÑA
SANTIAGO APÓSTOL, PATRÓN DE ESPAÑA
Miguel de Cervantes cuenta que Sancho Panza preguntándole a
Don Quijote por qué los españoles cuando quieren dar una batalla invocan
“Santiago y cierra España”, le responde: “mira, este caballero de la cruz
bermeja háselo dado Dios a España por Patrón y amparo suyo”. Francisco de
Quevedo escribe al rey Felipe IV: “Dios hizo a Santiago, Patrón de España, que
no existía entonces, para que cuando llegue el día pudiera interceder por ella y
volverla otra vez a la vida con su doctrina y con su espada”.
En el año 1630, siendo dicho monarca rey de España, el papa
Urbano VIII decreta que el Apóstol Santiago, el Mayor, sea considerado solo y
único Patrón de la Nación Española. Era hijo de Zebedeo y de su esposa Salomé,
y hermano de Juan Evangelista. Nace en Betsaida a orillas del lago de Galilea,
en Palestina. Ambos hermanos eran socios de un pequeño negocio de pesca que
compartían con Pedro y Andrés, hijos de Jonás. Jesús de Nazaret pasando cierto
día a orillas del lago de Galilea estando ellos pescando, les invita a “ser
pescadores de hombres”.
Aceptan su invitación
y dejando sus redes, le siguen. Viendo
Jesús su fortaleza de espíritu les llama “Hijos del Trueno”, y les considera
sus amigos, junto con Pedro, por la adhesión y lealtad que muestran hacia su
persona. Santiago le acompaña en el milagro de la resurrección de la hija de
Jairo, es testigo de su transfiguración en el monte, de su agonía en Getsemaní
y confidente de su profecía sobre la destrucción de Jerusalén y sobre la guerra
más tarde que sobrevendría. A la pregunta de Jesús, si eran capaces de beber la
copa que él beberá, es decir morir por su causa, Santiago y Juan contestan
“somos capaces”.
Después de la ascensión de Jesús a los cielos y de la venida
del Espíritu Santo sobre los apóstoles en Jerusalén, en el año 30, la “Leyenda
Áurea” cuenta que el Apóstol Santiago, hijo de Zebedeo, predicó la palabra
evangélica en Judea y en Samaria; y que, posteriormente, vino a predicarla a la
Hispania Romana haciendo nueve discípulos, regresando posteriormente a Jerusalén y dejando aquí a dos discípulos
para seguir evangelizando a los hispanos.
En torno a viaje a España del apóstol Santiago, el Mayor,
hay varias tradiciones orales y leyendas. Una de estas, la más común, afirma
que desembarcó en la Bética Romana, siguió caminando por la vía romana que unía
la Itálica con Mérida, continúa a Coimbra y Braga y llega a Iria-Flavia,
Padrón, en Galicia.
Ordena obispos en
Braga, Lugo y Astorga, continúa por la vía romana hacia Zaragoza, en cuya
ciudad se le aparece la Virgen Maria, en carne mortal, sobre un pilar a orillas
del río Ebro para fortalecerle y animarle en la fe cristiana ante los problemas
y dificultades que sufría. Le encarga construir allí un templo en el cual se
depositase su imagen. Santiago levanta allí una pequeña capilla con el nombre
de Nuestra Señora del Pilar colocando su imagen sobre un pilar. Antes de
regresar a Jerusalén, nombra obispo de esta ciudad a su discípulo Atanasio y
ordena presbítero a Teodoro.
Regresa a Jerusalén. En el año 44, las autoridades judías
desatan una violenta persecución contra la naciente Iglesia Cristiana, durante
la cual muere el apóstol Santiago cortándole la cabeza con una espada. Sus
discípulos recogen su cadáver y lo embarcan con dirección a la Hispania Romana.
La nave desembarca misteriosamente en la costa marítima gallega, donde,
entonces, reinaba la reina Lupa.
Informada de ello, la
reina manda depositen su cadáver en un carro tirado por una junta de bueyes.
Misteriosamente lo llevan a su palacio situado en el monte, llamado Pico Sacro,
donde al verlo, se convierte y bautiza. Ordena que su cuerpo sea enterrado
donde los bueyes se paren y no puedan tirar más del carro. Cansados se paran
definitivamente en el lugar donde actualmente se halla la catedral
compostelana. Los nativos excavan una tumba, y allí entierran su cadáver.
A principios del siglo IX, en el año 813, un ermitaño
llamado Pelayo vio durante una noche a una estrella que brillaba grandemente
sobre una colina rocosa próxima al río Sar. Se lo cuenta a los demás ermitaños
y pastores que perciben lo mismo. Se aproximan y oyen una música lejana
misteriosa como de ángeles. Se lo comunican a Teodoro, obispo de Iria-Flavia,
quien les manifiesta que allí está la mano de Dios.
Visitan dicho lugar,
desbrozan la maleza y encuentran una pequeña tumba, donde hallan tres cadáveres
que atribuyen al apóstol Santiago y a sus dos discípulos, Teodoro y Atanasio.
Llaman a este lugar “Campus Stellae”, (Campo de la Estrella, o Compostela).
Comunican dicho hallazgo al rey Alfonso II, el Casto, quien desde Oviedo se
traslada a al mismo. El rey manda
levantar un pequeño templo de piedra y barro en su honor y un pequeño
monasterio de monjes.
El hallazgo de las reliquias del apóstol Santiago produjo
una enorme alegría y una gran esperanza en toda Cristiandad infundiendo una
gran fuerza y poder a los cristianos contra la invasión islámica. El rey
Alfonso II, el Casto, comunica dicha noticia al papa León III y al emperador
Carlomagno. Monjes y laicos cristianos vienen a ver su tumba para implorarle
protección, amparo y vida. Ello lugar al
nacimiento de las peregrinaciones a Compostela y a la figura del peregrino.
Dante, autor de “la
Divina Comedia”, en su obra “La Vita Nova”, distingue peregrinos, romeros y
palmeros. Llama peregrinos a los que hacen el Camino de Santiago, cuando
escribe: “no se entiende por peregrino sino el que va hacia la casa de Santiago
o el que vuelve a ella”. La palabra, peregrino es, pues, originaria y propia
del Camino de Santiago.
El primer milagro atribuido al apóstol Santiago tuvo lugar,
en el año 845, en la famosa batalla de Clavijo, cerca de Nájera. El rey Ramiro
I del Reino Hispano Astur, después de consultar con sus asesores, niega el
tributo anual de las “cien doncellas”al califa de Córdoba, Abderamán II, que se
lo había reclamado, en virtud de lo pactado con su antecesor el rey Mauregato.
Ello ocasiona una lucha entre las fuerzas cristianas e islámicas.
El primer día de combate, las fuerzas cristianas pierden la
batalla. De noche, el rey Ramiro I sueña que el apóstol Santiago le promete la
victoria. Al día siguiente, de muy de mañana, confiado en su palabra, ataca con
todas sus fuerzas cristianas a los musulmanes. De repente aparece Santiago,
montado en un caballo blanco, llevando una bandera blanca en una mano y una
espada centelleante en la otra y combatiendo a los musulmanes a los que
derrotan habiendo centenares de muertos y heridos. En recuerdo de esta gesta
épica, los reyes de la Reconquista Española establecen el “voto de Santiago” en
agradecimiento por esta victoria, que tanto fortalecerá y animará a las tropas
cristianas frente a las musulmanas.
El rey Alfonso III,
el Magno (866-910), llama su a Reino, “Salus Hispaniae” (Salud de España), en
su Historia de los Godos. Convierte a Compostela en el centro espiritual de España,
levanta e inaugura la primera catedral con tres naves y tres ábsides, en honor
del apóstol Santiago. A su inauguración asiste el conde Hermenegildo, de la
familiar real, abuelo de san Rosendo.
José Barros Guede
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