CUANDO SUS OJOS SE ABREN Y MIRAN EL NUEVO DÍA



Aún no ha amanecido, el alba llegará pronto y las llenará de alegrías porque empieza una nueva jornada.

Con amor, sacrificio, abnegación, fortaleza... una fortaleza nutrida por la oración. Así lo dejó escrito su santa madre.

Sor ÁNgela tuvo una clara visión de que la vida de sacrificio y abnegación de las Hermanas no podría llevarse a cabo sin la fortaleza que se sustenta de una intensa oración.

"Tenemos una madre que es la de Dios y todo los puede" Sor Ángela


¡Son tan queridas! Una tarde, me surgió la idea de preguntar a algunas de mis amigas: ¿Cómo veis a las Hermanas de la Cruz, que pensáis de ellas? después de meditar un poco, sus respuestas fueron cuantiosas y me expusieron su sentir: Ángeles en la tierra. El verdadero mensaje de Cristo. La auténtica Iglesia. Atienden a todos, sea cual sea sus creencias religiosas. Son únicas. Dios las puso en la tierra para que nos enseñaran lo que es la caridad, la entrega y el amor al prójimo. Benditas sean. Su labor es inmesurable. Son fundamentales en la vida de Sevilla, del sevillano y de cualquier persona del mundo. Su ejemplo, enseñanza y entrega se transmite de padres a hijos. Parecen seres de otro mundo. Un punto de referencia. Es como si Dios las hubiese puesto ahí para hacernos ver que existen las buenas personas. Cuando pienso en ellas, solo veo Amor, entrega y paz.


Son las seis de la mañana, al toque de campana empieza el día en la casa de Sor Ángela. Rezos, Vía Crucis, misa y después del desayuno...cada una acude a su labor encomendada. Reparten su jornada con exactitud, puntualidad, regularidad. Las que imparten clases se dirigen al colegio, las limosneras visitan las casas de esas personas desprendidas, que ayudan mensualmente con un donativo. También hacen turnos para las labores cotidianas de limpieza, cocina, lavandería y aseo general de su santa casa, el convento.

"Donde reine la caridad fraterna, no hay más que bienes espirituales." Sor Ángela 


Así transcurre la mañana hasta llegar la hora del almuerzo. Hacen una continua vigilia, nada de carne, una alimentación sencilla, sana, equilibrada; casi siempre el plato fuerte es un guiso, nada especial. Verduras, ensaladas, fruta y como Madre era andaluza, el gazpacho en verano no suele faltar en su mesa. En tiempo estival se pueden permitir el lujo de tener un rato de reflexión después de la comida; quizás buscan un fresco rincón para leer, meditar o simplemente acercarse más a Dios. Porque ellas están unidas a Dios, eso es indiscutible y la alegría que las caracteriza se percibe cada vez que nos acercamos a alguna de sus casas.


En días muy especiales, como la celebración del santo de la Madre o cualquier festividad que para ellas es importante, suelen tener una recreación alegre, festera, llega de júbilo y gozo; Así era Sor Ángela. Todas unidas en la celebración cantan y disfrutan... porque cuando en el convento hay fiesta, también la hay en sus corazones.

Son muchas las residencias de ancianas que han creado y dentro de la sencillez y humildad que caracterizan a estas hermanas, las señoras están perfectamente atendidas en sus necesidades. Las enseñan a vivir con cariño cada día. No reciben beneficio económico por parte de ningún organismo o institución gubernamental, tampoco de estas mayores que allí residen, quizás alguna mínima aportación de las que pueden contribuir con una pequeña parte de su pensión. El amor, el cariño y la ternura que derrochan con las ancianas, es ese halo especial que las envuelve y las hacen estar cerca del cielo.

"Dulce madre mía, alcánzame un encendido amor a Dios y al prójimo. Sor Ángela de la Cruz.

Desde sus inicios se consagraron a la enseñanza. Sor Ángela quiso que la mujer se instruyera, ya que en aquellos años las niñas no podían acceder a la educación y cultura, estaban vetadas a ello. Hoy en día son muchos los colegios que administran y algunas religiosas se dedican a las funciones docentes, a la formación de pequeñas para su futuro en la sociedad.

Cenan no muy tarde, despiden el día con la oración. Las que le toca dormir, se dirigen a los dormitorios y descansan en esa tarima de madera que seguro las encuentran comodas y confortables. Duermen días alternos, el Señor les da fuerza para sobrellevar esa vida de sacrificio, porque su trabajo continúa en la noche; son muchas las personas que demandan la asistencia desinteresada de las Hermanas de la Cruz. Después de las diez salen de su casa, van a velar a los enfermos y necesitados en sus domicilios; les hacen las labores domésticas, les proporcionan alimentos y les ayudan en el aseo diario si fuera necesario. Pero sobre todo le brindan su compañía de forma altruista.

"Buscar la santidad en el día presente, pues no podemos contar con el de mañana". Sor Ángela de la Cruz.

Aún no ha amanecido, el alba llegará pronto y las llenará de alegría porque empieza una nueva jornada.


María Pilar Ruiz Hurtado.
Revista 23 Hermanas de la Cruz



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