SANTA TERESA DE AVILA


SANTA TERESA DE AVILA


Teresa Sánchez de Cepeda y Ahumada, más conocida como Santa Teresa de Jesús, nació en Ávila el 28 de marzo de 1515 y murió en Alba de Tormes (donde reposan todavía sus reliquias), al anochecer del 4 de octubre de 1582. 

A los siete años, tenía ya una gran predilección por la lectura de las vidas de santos. A los dieciocho años, entra en el Carmelo. A los cuarenta y cinco años, para responder a las gracias extraordinarias del Señor, emprende una nueva vida cuya divisa será: «O sufrir o morir». Es entonces cuando funda el convento de San José de Ávila, primero de los quince Carmelos que establecerá en España. Con San Juan de la Cruz, introdujo la gran reforma carmelitana.


Fundó en total 17 conventos: Ávila (1562), Medina del Campo (1567), Malagón (1568), Valladolid (1568), Toledo (1569), Pastrana (1569), Salamanca (1570), Alba de Tormes (1571), Segovia (1574), Beas de Segura (1575), Sevilla (1575), Caravaca de la Cruz (1576), Villanueva de la Jara (1580), Palencia (1580), Soria (1581), Granada (1582) y Burgos (1582), en el año de su muerte.

Santa Teresa es, sin duda, una de las mujeres mas grandes y admirables de la historia. Pablo VI la declaró doctora de la Iglesia el 27 de septiembre de 1970 (las otras dos son Santa Catalina de Siena y Santa Teresita del Niño Jesús). 
Su canonización tuvo lugar en 1622.


ORACIÓN A SANTA TERESA DE JESÚS DE SAN ALFONSO LIGORIO


Oh, Santa Teresa, Virgen seráfica, querida esposa de Tu Señor Crucificado, tú, quien en la tierra ardió con un amor tan intenso hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como una llama resplandeciente en el paraíso, obtén para mí también, te lo ruego, un destello de ese mismo fuego ardiente y santo que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas, aún yo mismo, porque tu ardiente deseo era verle adorado por todos los hombres. 

Concédeme que todos mis pensamientos, deseos y afectos sean dirigidos siempre a hacer la voluntad de Dios, la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor, porque Él es digno de ser amado y obedecido por siempre.

Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios, que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios. 

Amén.

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