PREGÓN DE 1997
PREGÓN DE 1997
Y quiero apresurarme a hablar de la Resurrección. La razón fundamental de mis prisas es resaltar, repetir lo que todos ya sabemos pero que no debemos cansarnos de citar y, en este caso, para que me ayude, me traigo a pregonar a San Pablo y es él el que nos dice, sin rima - no lo necesita -, sin inflexiones de la voz, la cosa no requiere matices : "Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe". Fijaros, "estaríamos adorando a un muerto".
El Evangelio de San Lucas nos relata lo siguiente: "Las mujeres que le seguían desde Galilea fueron detrás y vieron la tumba y como ponían su cuerpo y, habiendo regresado, prepararon perfumes y ungüentos. Y el sábado descansaron, según el precepto. En el primer día de la semana, muy temprano, fueron al sepulcro a llevar los perfumes que habían preparado. Pero encontraron que la piedra había sido rodada delante del sepulcro, y habiendo entrado no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Y estando ellas desconcertadas sobre esto, he aquí que se le presentaron dos varones con vestiduras refulgentes. Y al inclinar las caras hacia el suelo, temerosas, ellos les dijeron: ¿Por qué buscais entre los muertos al que es viviente? No está aquí, sino que Resucitó" (Lucas 24, 1 - 6)
La Resurrección es la piedra angular de nuestra fe, la cuaderna maestra de nuestras creencias. No podemos quedarnos con un Cristo vencido. No podemos ofrecer a los fieles, a los creyentes y a los que no lo son, como última referencia de la Semana Santa, la imagen de un Cristo muerto en el interior de una urna donde parece que acaba todo. Jesús cumplió la misión encomendada por el Padre, redimió al mundo con su pasión para, luego, resucitar glorioso, triunfante, pleno de gloria. Ese Jesús al que invocamos, suplicamos, damos gracias, bendecimos, alabamos..., ese Jesús en el que tenemos depositadas nuestras esperanzas de vida eterna. El Jesús que está sentado a la derecha del Padre.
Y esa es nuestra alegría. Que sabemos que tras la Pasión, vendrá la Resurrección. Que este pueblo andaluz, por su ascendencia celtibérica, tiene una singular sensibilidad por conmemorar todo lo trágico, a lo que se aproxima y enaltece porque le sale del corazón, como queriendo compartir tan profundas penas con sus protagonistas, tal vez, queriendo aliviar como por un sortilegio los sufrimientos incontables, pero, en el fondo, sabedores que hay un Domingo de Resurrección, un domingo de gloria, un domingo de infinita gloria, nuestro domingo, el domingo de todos los cristianos y de las gentes de corazón limpio que, ante la vista del Señor, no tendrán otro día de la semana que no sea un eterno domingo glorioso.
Así lo ha entendido un admirable grupo de jóvenes que, rebosando entusiasmo y devociones por los cuatro costados, aceptaron el reto, el hermoso reto, de sacar adelante el proyecto de constituirse, de momento, en Asociación, para, bajo las advocaciones de Nuestro Señor Jesucristo Resucitado y Nuestra Señora de la Alegría, rendir culto a éste, como decíamos, pasaje esencial de la fe cristiana. Con todo el apoyo y el cariño de Don Manuel, el párroco, cuentan para ello. Como no podía ser menos. Me consta la ilusión que tienen ambos, sacerdote y jóvenes, por continuar rodeando a la conmemoración de la Resurrección del Señor de la mayor dignidad, esplendor y devoción para, así, vivir y aproximar a los fieles lo más sentidamente posible la felicísima circunstancia que culminó tantos sufrimientos.
Y ahí está Juan Francisco Martínez capitaneando esa nave de ilusiones tripulada por gente joven y entusiasta, jóvenes de toda condición, muchos de ellos universitarios, a los que se les iluminan los ojos cuando hablan de sus proyectos, del futuro de la Asociación Parroquial de Nuestro Señor Jesucristo Resucitado y Nuestra Señora de la Alegría ¡Qué bonito, tiene el mismo nombre que los cantes de nuestra Bahía!
Su meta más inmediata la terminación de la nueva imagen Titular, la que será una magnífica Talla, los que hemos visto el boceto así podemos atestiguarlo. El próximo otoño, en la festividad de Cristo Rey, pretenden que sea bendecida en el transcurso de una ceremonia que, sin duda, además e histórica, vendrá a conmover los corazones de estos jóvenes y de tantos y tantos cofrades y fieles portuenses. Nuestro Señor Jesucristo Resucitado, en este caso, figurará con la mirada inclinada hacia abajo y el clara actitud de acercamiento al pueblo. ¡Qué acontecimiento para la Semana Santa de 1998!
Pero antes, este año, el próximo Domingo de Resurrección ofrecerán otra de sus consecuciones más hermosas y esforzadas. Les cuento. Allá por el mes de febrero visité la casa de hermandad de estos jóvenes de la Resurrección; nada más entrar me presentaron a una señora que, perseverante en su tarea, daba y daba puntadas de plata sobre terciopelo celeste, daba y daba puntadas al silencio sobre ese bastidor mágico, de amores, en que se transforma toda superficie sobre la que trabajemos para honor y gloria de Jesús y María. Precioso va a ser el estandarte que para la Asociación está bordando - habrá bordado ya -, Juana Calleja. ¡Vaya manos bordando! ¡La plata y la seda! Que el medallón con el cordero alegórico es una hermosura. Quince días faltan para que tengamos la oportunidad de verlo inhiesto por las calles portuenses.
Salvo el bordado del estandarte, todo lo demás estaba allí desbordado, en aquella casa de hermandad. Desbordado el entusiasmo, desbordado el fervor de estos chavales, desbordadas las ganas de hacerlo bien - hablando con ellos parece que llevan en esto una larga vida -, desbordada la ilusión, desbordada las ganas de aprender, desbordado el cariño y respeto por su párroco D. Manuel Sánchez Mallou, desbordada la devoción hacia Jesús y María en esas hermosísimas advocaciones bajo las que se acoge la Asociación.
Allí se encontraba la práctica totalidad de la Junta, hasta el capataz, Víctor Manuel García Ruiz, se encontraba allí; imagino que contando los días que faltan para que llegue el momento de ordenar la primera levantá con la hermosísima imagen de Jesús Resucitado y triunfante.
Porque Tú Resucitas
como un nuevo Misterio
para quebrar las horas
del llanto y del silencio.
Resucitas de blanco
siendo la mayor luz del cielo,
gloria a Ti en las alturas
gloria para ese cuerpo
sin espinas ni sangre,
sin zarzales ni fuego.
Donde estuvo el dolor
está ahora tu reino,
donde ataron tus manos
la ruina y el tiempo.
Si amanece como aquí
que se anticipa la luz
si larga como la cruz
se abre la mañana así.
El azahar breve, si,
pero de blancura
abierta claridad pura
como abierto su costado.
Que bien ha resucitado,
que olvide la sepultura
Y que aquí siga, que el arte
de pueblo tan marinero,
llegue por los costaleros,
y se borde en el estandarte,
que El Puerto de parte a parte
le está brindando su historia.
También su cálida euforia
y la clara alegoría
Puerto de Santa María
¡Que Resucite en tu gloria!
José Carlos Fernández Moreno
Texto extraído del libro del Pregón
editado por el Consejo Local de
Hermandades y Cofradías.
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