LA NAVIDAD SEGÚN... UN CARTERO REAL


El año en que fui Cartero Real

Aquel año la Navidad fue muy especial.


Recuerdo que recibí la noticia de mi nombramiento como Cartero Real de la Cabalgata de Reyes Magos de 2007 con sentimientos encontrados. De un lado, sentí una enorme alegría, porque… ¡¿a quién no le gustaría poder participar alguna vez en una Cabalgata de Reyes?! Pero por otro lado, sentí el peso de una gran responsabilidad sobre mi espalda. ¡La mirada de todos los niños y niñas portuenses estarían puestas en mí en un día de extrema importancia para ellos! ¿Sabría desempeñar este papel fundamental en la Fiesta de los Reyes Magos? ¿Estaría a la altura? Éstas y otras preguntas me asaltaron en un primer momento, pero todas se fueron disipando conforme pensaba en la cara de todos esos pequeños en el instante en que me entregaran ilusionados sus cartas.

Por eso no dudé en aceptar el encargo gustosamente. Y a día de hoy, seis años después, aún puedo afirmar que fue una de las experiencias más bonitas y emotivas de mi vida. 

Desde los actos previos al nombramiento, con el traspaso de Coronas y atributos de los propios Reyes y de todo su séquito, hasta el recorrido de la Cabalgata por las calles de El Puerto, pasando por el día que recogí las cartas de los niños y niñas en la Plaza Peral, todo lo que viví fue como un sueño. 

Recuerdo la ilusión y nerviosismo cuando mi antecesor en el cargo me cedió el puesto, en aquel acto celebrado en el Salón de Plenos municipal; recuerdo el brillo de los ojos de los pequeños al acercarse hasta mi trono frente al actual Ayuntamiento para darme la misiva que yo habría de entregar con celo a Sus Majestades, y en la que ellos habían depositado todas sus esperanzas de juego para el año que acababa de comenzar; y recuerdo aquella tarde fría de Cabalgata como si fuera ayer. Ataviado con mis vestiduras de Gran Cartero Real, sentado en la parte más alta de la carroza, y acompañado de ayudantes que me hicieron más llevadera la ardua tarea de lanzar miles y miles de caramelos a los que esperaban impacientes el paso del Cortejo. 

Reconozco que acabé agotadísimo aquella noche. Pero aún así, más que el sueño pudieron  en la cama las imágenes que, como flases, pasaban por mi cabeza de todo lo que había vivido durante aquella jornada. 

Como ya he dicho, ha sido una de las experiencias más bonitas de mi vida. 

Y me alegra enormemente haber podido formar parte de algo tan fuerte, y a la vez tan frágil, como es la ilusión de los niños y niñas en una noche tan especial para ellos. 

Me satisface también, no voy a negarlo, ser ya parte de la historia de mi ciudad, al haber encarnado a uno de los personajes claves en la Cabalgata de Reyes. Es sin duda todo un honor que ese cargo figure, con letras destacadas, en mi curriculum. 

Aquella Navidad fue definitivamente especial y diferente. Y desde entonces, cada 5 de enero, rememoro con gusto y con una gran sonrisa aquella vivencia, Real y mágica, que tuve la suerte de disfrutar en mi pueblo, en El Puerto de Santa María. 


Fernando Durán Rey



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