LA VIRGEN MARÍA SEGÚN UN HISTORIADOR
LA VIRGEN MARÍA, LA MADRE DE DIOS
La Cristología y la Mariología, forman una unidad que la historia de la Teología demuestra que no se puede separar. Es quizás imposible poder hablar de Jesucristo sin entender a la Virgen María. “Nació de María Virgen”, así rezamos en nuestro Credo. Breve frase, pero que su contenido es tan profundo, que creo que en mi disertación sobre la Madre de Dios, va a ser imposible arrojar un haz de luz, sobre cuanto encierran esas cuatro palabras.
Es indiscutible que la Virgen María es de vital importancia en el Cristianismo, máxime cuando en nuestra Andalucía, llamada la tierra de María, existe una ingente devoción, teniendo un lugar predominante no solo en nuestras vidas, sino en nuestras casas, en nuestras carteras, en nuestros coches, en los costales, en las gorras de los músicos… con tantas advocaciones, como su devoción y admiración puede llegar a alcanzar. Por ello, en estas líneas, vamos a intentar desgranar la vida de María Santísima y su importante papel en la historia de nuestra vidas. Conocer a María para conocernos mejor a nosotros mismos.
Y aunque, como hemos dicho líneas arriba, realmente no existe mucha información sobre la madre del Señor, ya que los textos sagrados y demás fuentes, se refieren a la figura de María Santísima, en relación a Jesucristo. Estas arrojan anécdotas más que datos sobre su biografía, por lo que intentaremos navegar mediante la información que arrojan las Sagradas Escrituras y los escritos apócrifos para dar una visión amplia de la infancia, la adolescencia, crianza y acompañamiento de nuestro Señor, así como los últimos años de su vida.
Iniciemos pues, este recorrido, conociendo en primer lugar el origen del nombre de la Virgen. María es la castellanización del hebreo Miriam y el arameo Mariam. Aunque hay muchas hipótesis sobre su significado, una de las que mayor base científica posee, es que este nombre proviene de Egipto, ya que así se llamaba la hermana de Moisés y Aarón. Podríamos decir, que María proviene del vocablo egipcio 'merit' que significa “amada”.
Sobre su infancia, conocemos que la Virgen María nació fruto del matrimonio de San Joaquín y Santa Ana, en la ciudad de Jerusalén. Cuando tuvo la edad de tres años, fue presentada en el templo y entregada a su servicio. Allí aprendió a leer las divinas escrituras, a hilar lana y lino, así como a labrar las vestiduras sacerdotales y demás objetos necesarios para el culto. También conocemos que hizo voto perpetuo de guardar su pureza virginal. Intuimos, que debía tener ya más de doce años, pues en esta edad era cuando se permitía a las jóvenes judías hacer votos valederos.
En relación a su adolescencia, dos años después de muertos sus padres y siendo ya de catorce años, quisieron los sumos sacerdotes que tomase esposo. Ella rehusó en principio (por su promesa virginal), pero previo voto mutuo de castidad, tomó a San José por compañero y esposo, yéndose a vivir a la pequeña aldea de Nazaret, donde se ejercitó en la oración y la contemplación. (cf. Protoevangelio de Santiago).
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Pasados algunos años tras su matrimonio, y según nos cuenta el evangelista Lucas (26-28), recibió la visita del Ángel Gabriel, el cual le daría la noticia más maravillosa de su vida: «Envió Dios al ángel Gabriel a Nazaret, ciudad de Galilea, a una virgen desposada con cierto varón de la casa de David, llamado José; y el nombre de la virgen era María. Y habiendo entrado el ángel donde ella estaba, le dijo: Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres»
Poco después, conocemos que fue a visitar a su prima Isabel (Lc 1:39:56), aquella a la que había tachado de estéril y que llevaba seis meses en cinta. Permaneció allí tres meses, siendo esta visita una revelación tranquilizadora para la Virgen María, pues al entrar esta en casa de Zacarias y al saludar a su prima, exclamó “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!” Poco más nos deja leer el evangelista Lucas, añadiendo simplemente que terminando el tiempo de estancia pronunciado líneas arriba, vuelve a su casa a Nazaret.
Tras la vuelta a casa, poco más sabemos sobre la historia de la virgen María, hasta el relato del nacimiento del Salvador. Sabemos por el evangelista Lucas (Lc 2, 1-7), que por aquellos días, salió un decreto del emperador Augusto, por el que se debía proceder a un censo en todo el imperio. Este fue el primer censo, siendo Quirino gobernador de Siria. Todos empezaron a moverse para ser registrados, cada uno, en su ciudad natal. José también, que estaba en Galilea, en la ciudad de Nazaret, subió a Judea, a la ciudad de David, llamada Belén, porque era descendiente de David; allí se inscribió con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras estaban en Belén, llegó para María el momento del parto, y dio a luz a su hijo primogénito.
Tras el nacimiento de Jesús, la información que podemos encontrar sobre la virgen María, es simplemente de acompañamiento, la cual podemos repartir en tres momentos importantes:
1. En la vida pública de Jesús como en las bodas de Canáa: donde la intervención de la Virgen hizo posible la actuación de su hijo para obrar el prodigio de convertir el agua en vino. (Mc 3, 31-35) (Jn 2-11).
2. El sufrimiento de la Virgen, donde quiso hacer lo imposible por estar al lado de su hijo, mientras sus verdugos le propinaban el peor de los castigos. (Jn 19, 25-27).
3. La muerte y la resurrección, donde una vez muerto su hijo, se recoge en Jerusalén, esperando la resurrección de su primogénito. Dice la tradición Cristiana que la Virgen, fue la primera en poder ver a Jesús Resucitado, la primera que lo vio, en estado Glorioso. (Mt 28, 18) (Lc 24, 5).
Sobre la muerte de la Virgen María, es complicado conocer cuando y de qué manera o situación murió, ya que realmente no poseemos datos científicos sobre su muerte. Si es cierto, que conocemos que a lo largo de los años, ha sido un tema que ha suscitado diversas discusiones y escritos, aunque también es cierto que se acercan más a la idea de la inmortalidad de la Virgen María o la ascensión de los cielos, que en la muerte en si. Por lo que, al no tener datos objetivos sobre ello, solo podemos decir lo que bien dijo años atrás Juan Pablo II: “La experiencia de la muerte enriqueció a la Virgen: habiendo pasado por el destino común a todos los hombres, es capaz de ejercer con más eficacia su maternidad espiritual con respecto a quienes llegan a la hora suprema de la vida”. (JP II, 25-junio-97).
Sagrada Familia. B. E. Murillo |
Bibliografía:
Monseñor TihamérTóth, “La Virgen María”, Edita Sociedad de Educación Atenas , Madrid
La Virgen María en el Museo del Prado. PPC.
http://www.oblatos.com
http://www.franciscanos.org
www.iglesia.org
http://www.aciprensa.com
José Antonio Sánchez Zarra
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