PREGÓN DE 2003


Comienza el Pregón con un primer poema, destacamos estos versos:

Tus lágrimas, Madre Mía,
Que te secarán los aires
de la nueva primavera
cuando la Vida renace
dibujando la Alegría
en tus ojos virginales.

Y cierra el Pregón de la siguiente forma:

Porque Tú eres la Madre de la Vida que estalla en primavera, la Reina de la Alegría de Cristo Resucitado, cuando El Puerto se llena de las blancas claridades de su Gloria, repicando campanas al cielo azul de una mañana soleada de aleluyas pascuales. Cristo Vivo, por siempre y para siempre, en El Puerto de Santa María. Nazarenos blancos que son precursores de la buena noticia, gloria de la juventud nazarena que precede a la Gloria, anunciando su Muerte y proclamando su Resurrección.

Porque no puede haber Pasión y Muerte de Cristo sin la Gloria de su Resurrección. Ni Resurrección Gloriosa sin Pasión y Muerte Redentora. Partes de un todo que se unen, sin solución de continuidad. Lo sabe bien El Puerto cuando escribe la última página de su Evangelio de la primavera, con el alma repleta de nostalgias porque todo termina y todo empieza a su vez.
Porque cuando se cierran las puertas de la prioral el Domingo de Resurrección, se abren, nuevamente, las puertas de los sueños cofrades. Y El Puerto, el Gran Puerto de la Madre de Dios Resucitado, empezará, en ese justo instante, a escribir las primeras líneas de un nuevo Evangelio que comienza igual que terminó el anterior: ¡Aleluya, portuenses, que habéis visto y creído, porque vuestro es el Reino de los Cielos!...


Miguel Ángel Novo Pérez.
Texto extraído del libro del Pregón 
editado por el Consejo Local de 
Hermandades y Cofradías.



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