CARTA A SUS MAJESTADES LOS REYES MAGOS DE ORIENTE
Como cada año os escribo mi carta, con la ilusión de un niño... ilusión que seguiré teniendo tenga 20, 35 o 47 años. He cumplido 20 años y no va a ser la última vez que os mande mi carta.
Este año no os pido ningún regalo material, ya que aprendí de un Niño, nacido hace más de dos mil años, que eso de ser Rey consiste en compartir, repartir y ayudar.
Cuando era pequeñita, pedía muñequitas, juegos... y siempre acabábais trayéndome cualquier cosa menos lo que pedía. Os comíais mis galletitas, mis turrones, os bebíais la leche que os dejaba junto a la ventana y al final... ¡nada!
Os doy las gracias porque tengo la suerte de poder estar escribiendo la carta y os pido por esos niños que, por desgracia, no saben escribir y nunca han tenido la oportunidad de ir al colegio y mucho menos al instituto. Y que tampoco ven ni un sólo regalo en Navidad.
Me ocurre una cosa. Como sabéis siempre os cuento mis deseos para el año, pero esta vez, no es cosa de una noche, sino del día a día. Quiero prosperar y repartir ilusión y alegría, no sólo la mágica noche de Reyes.
Melchor, Gaspar y Baltasar...
Este año os tocó el anhelo más importante: darnos AMOR para que así, todos sepamos tratarnos con respeto y tengamos un año mejor.
Yo no quiero oro ni plata. Ni muñecas ni coches. Ni joyas. Sólo os pido AMOR, CARIÑO, COMPASIÓN, FELICIDAD y sobretodo que, poco a poco, en el mundo reine la PAZ...
No os pido esto porque sea Navidad, porque se que en estas fechas estáis un poco liados. Ni tampoco quiero que el regalo sea algo de un día y que al día siguiente y al otro y al otro y al otro ni nos acordemos de él.
Ilustres Majestades, por último quisiera un espejo que, cuando me mire, me devuelva a la niña que siempre quise ser. Y sobre todas las cosas os pido, si es posible, un final Feliz.
Inma Ortega
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