LA RESURRECCIÓN EN EL ARTE


Cristo Resucitado entre San Andrés y San Longinos

A lo largo de la historia del arte son frecuentes las representaciones de Cristo fuera de su propio contexto iconográfico. Este es el caso de la obra que traemos este mes. Se trata de un grabado del pintor cuatrocentista italiano Andrea Mantegna, fechado en torno a 1470, y que, como su propio nombre indica, muestra a Cristo Resucitado acompañado de los santos patronos de la ciudad de Mantua. Es de los pocos grabados que tenemos la certeza pertenece a su propia mano, ya que se le atribuyen muchos pero la mayoría seguramente fueron realizados por su círculo próximo. 

A la izquierda podemos ver a San Andrés, portando entre sus manos su atributo iconográfico. En este caso, y  frente a la típica cruz en forma de aspa, lleva una cruz latina que permite dotar de mayor profundidad a la imagen. A la derecha encontramos a San Longinos con una lanza en las manos. Se supone que su cuerpo fue hallado en Mantua junto con la Santa Esponja que se empapó con la sangre de Cristo al darle de beber vinagre en el Gólgota. Sólo gracias a una aparición de San Andrés, los mantuanos pudieron encontrar el cuerpo del centurión romano martirizado en el año 35, así como las reliquias. En el centro del grabado aparece Cristo Resucitado triunfante bendiciéndoles. Detrás podemos ver la tumba abierta y un casco romano en alusión a los guardias que han huido. Mantegna refleja un Cristo todopoderoso, de otro mundo, que se percibe como con una nueva piel. En Él destaca su vigor y su juventud, frente al tratamiento de ancianos otorgados a los santos patronos. Con su mano izquierda sostiene el estandarte de nuestra fe.

La figura humana clásica fue una de las obsesiones de Mantegna, quien reflejaba en sus obras cuerpos de proporciones perfectas, sólidos y de gran expresividad. Su formación la obtuvo del contacto directo con las piezas de la Antigüedad Clásica, frecuentando los anticuarios donde prestaba especial atención a la pintura y al arte de la Antigua Roma. Sus experimentos con la perspectiva le permitieron llevarla a nuevas fronteras nunca antes vistas, bajando el horizonte para crear un mayor sentido de la monumentalidad. Su difícil invención conocida como sotto in su (captar la perspectiva de abajo hacia arriba), que tan magistralmente vemos aplicada en el pie derecho de San Andrés sobresaliendo de la escena y penetrando en nuestro espacio, fue uno de sus mayores legados a la posteridad. La combinación de su estilo escultórico aplicado a la pintura, con una mayor sensación de naturalismo y vivacidad, dan como resultado la precisión del contorno privilegiando la figura. 

Los trabajos de Mantegna, en general, tienden a la rigidez, no busca la expresión elegante sino más bien la austeridad. Sus ropajes son muy ajustados y doblados, como podemos comprobar en el sudario de Cristo y la cantidad de pliegues en torno a su cintura. La energía aparece detenida, la túnica de San Andrés no muestra una acción impetuosa sino todo lo contrario, estatismo.

No podemos concluir sin mencionar el tratamiento que realiza el autor de detalles como el galón que recorre la túnica de San Andrés, o el repujado del cuero de la armadura de los brazos y piernas de San Longinos, así como la funda de su espada.


Iván García de Quirós.



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