PREGÓN DE 2002



Y tras la muerte, la resurrección. Sin la cual, como dice San Pablo, vana sería nuestra esperanza. En jubilosa mañana del Domingo Pascual se resume el principio y el fin en la Cruz, una Cruz que es cátedra de Amor, de Perdón, de Humildad, de Misericordia…

Y los Ángeles nos dirán en el texto del Evangelio: “No busquéis entre los muertos a Aquel que está vivo”.
El Puerto que no sólo procesiona el dolor y la muerte, sino también la gloria y el gozo en la Resurrección.

Y resucitó al tercer día
De entre los muertos subió.
Las aguas se hicieron mansas
Y los pájaros cantaron
Y la bonanza llegó.

Con tu Padre a la derecha,
Tu gobiernas nuestras almas
Y nos guías el camino
Que nos lleva a su planta.

Aleluya en los cielos,
En las torres y en las plazas.
Que las campanas se oigan,
Que repiquen alabanzas.
Que el Cristo que nos dejó
Nos inunda con su gracia.

Ya se ha ido el aroma de la saeta… pero aquí, en El Puerto, dejó el maravilloso sabor de su selecta fragancia cofradiera.
El Puerto se hace más puro y sereno entre los aires de las marismas y los infinitos duendes de los esteros.
Y ya detrás del Resucitado no va el dolor sino la Alegría de su Madre querida.

La puerta de la prioral
Huele a jazmín y azucena.
Va a salir la Alegría,
Madre que no tiene pena.

Envuelta en olor celestial
Aparece la Señora.
Va a salir la Alegría
Y a todos nos enamora.

Música, palmas y cantes
Incienso, ceras y flores.
Va a salir la Alegría
Que canten los ruiseñores.

Tu peana es relicario,
Tu palio noche de estrellas.
Va a salir la Alegría
Y entre todas la más bella.

Vuelve a todos tu mirada
Y cólmanos de fantasía.
Ya está en la calle la Señora
Que es la Virgen de la Alegría.

Atrás habrá quedado para siempre el recuerdo de estos días, días de dolor, de amargura, de pena, de pasión, de llanto, de quejíos… y de Soledad.

Quiere mi Pregón terminar
Cuando Jesús Resucita
Porque ya terminó la Pasión
Y es Domingo de sonrisas.
Gorriones, Ruiseñores
Gaviotas y golondrinas
Vuelan por el azul cielo
Esperando la visita
De esa Virgen de los Milagros,
Madre y Virgen tan bonita.

Ya no te llamarás Desconsuelo
Ni Soledad de María.
Y tu Dolor y Sacrificio
Se trocará en Alegría.
Y tu Gracia y Esperanza
Será tu entrega Bendita.
Que Amargura tu no tienes,
Que tu Piedad es infinita
Y aunque tenga mil Dolores,
Estás llena de vida.

Mayor Dolor ya no hay,
Sino cincuenta avemarías
De un Rosario que, cuenta a cuenta,
Llega a una blanca ermita,
Donde tu Consolación y Lágrimas
Será Rocío de las marismas
Por eso todas las dolorosas
Dirán como el magníficat:
Todas las generaciones
Me llamarán bendita.

Yo te pido Virgen de los Milagros,
Virgen tan guapa y linda,
Cuando cierro las páginas
Y mi pregón ya termina,
Que se acabó ya la Pasión.
Muéstranos tu Sonrisa
Que Jesús ya resucitó
Como dijo: ¡AL TERCER DÍA!



Isaac Manuel Velázquez.
Texto extraído del libro del Pregón 
editado por el Consejo Local de 
Hermandades y Cofradías.



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