VIA LUCIS - DÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS RESUCITADO EN EL LAGO DE GALILEA
Los apóstoles han vuelto a su trabajo: a la pesca. Durante
toda la noche se han esforzado, sin conseguir nada. Desde la orilla Jesús les
invita a empezar de nuevo. Y la obediencia les otorga una muchedumbre de peces.
Del Evangelio según San Juan 21, 1-6a
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos
junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón
Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y
otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: "Me voy a pescar".
Ellos contestan: "Vamos también nosotros contigo". Salieron y se
embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando
Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice: "Muchachos, ¿tenéis pescado?". Ellos contestaron:
"No". Él les dice: "Echad la rea a la derecha de la barca y
encontraréis". La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la
multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro:
"Es el Señor".
Comentario
En los momentos de incertidumbre, los apóstoles se unen en
el trabajo con Pedro. La barca de Pedro, el pescador de Galilea, es imagen de
la Iglesia, cuyos miembros, a lo largo de la historia están llamados a poner
por obra el mandato del Señor: "seréis pescadores de hombres". Pero
no vale únicamente el esfuerzo humano, hay que contar con el Señor, fiándonos
de su palabra, y echar las redes. En las circunstancias difíciles, cuando
parece que humanamente se ha puesto todo por nuestra parte, es el momento de la
confianza en Dios, de la fidelidad a la Iglesia, a su doctrina. El apostolado,
la extensión del Reino, es fruto de la gracia de Dios y del esfuerzo y
docilidad del hombre. Pero hay que saber descubrir a Jesús en la orilla, con
esa mirada que afina el amor. Y Él nos premiará con frutos abundantes.
Oración
Señor Jesús, haz que nos sintamos orgullosos de estar
subidos en la barca de Pedro, en la Iglesia. Que aprendamos a amarla y
respetarla como madre. Enséñanos, Señor, a apoyarnos no sólo en nosotros mismos
y en nuestra actividad, sino sobre todo en Ti. Que nunca te perdamos de vista,
y sigamos siempre tus indicaciones, aunque nos parezcan difíciles o absurdas,
porque sólo así recogeremos frutos abundantes que serán tuyos, no nuestros.
Reflexión
¡Echa la red! No te conformes con lo de siempre, con ir
tirando… Con cada persona que nace, Dios se ilusiona y se imagina un santo…
Luego todos le fallan… Bueno, todos menos tú.
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