VIA LUCIS - SÉPTIMA ESTACIÓN
VIA LUCIS - SÉPTIMA ESTACIÓN
EN EL CAMINO DE EMAÚS
Esa misma tarde dos discípulos vuelven desilusionados a sus
casas. Pero un caminante les devuelve esperanza. Sus corazones vibran de gozo
con su compañía, sin embargo sólo se les abren los ojos al verlo partir el pan.
Del Evangelio según San Lucas 24, 13-32
Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día a una
aldea llamada Emaús (...). Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona
se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de
reconocerlo (...) Y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les
explicó lo que se refería a Él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde
iban, Él les hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron diciendo:
"Quédate con nosotros porque atardece y el día va de caída". Y entró
para quedarse con ellos.
Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la
bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo
reconocieron. Pero Él desapareció. Ellos comentaron: "¿No ardía nuestro
corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las
Escrituras?"
(cf. Mc 16, 12-13)
Comentario
Los de Emaús se iban tristes y desesperanzados: como tantos
hombres y mujeres que ven con perplejidad cómo las cosas no salen según habían
previsto. No acaban de confiar en el Señor. Sin embargo Cristo "se viste
de caminante" para iluminar sus pasos decepcionados, para recuperar su
esperanza. Y mientras les explica las Escrituras, su corazón, sin terminar de
entender, se llena de luz, "arde" de fe, alegría y amor. Hasta que,
puestos a la mesa, Jesús parte el pan y se les abren la mente y el corazón. Y
descubren que era el Señor. Nosotros comprendemos con ellos que Jesús nos va
acompañando en nuestro camino diario para encaminarnos a la Eucaristía: para
escuchar su Palabra y compartir el Pan.
Oración
Señor Jesús, ¡cuántas veces estamos de vuelta de todo y de
todos! ¡tantas veces estamos desengañados y tristes! Ayúdanos a descubrirte en
el camino de la vida, en la lectura de tu Palabra y en la celebración de la
Eucaristía, donde te ofreces a nosotros como alimento cotidiano. Que siempre
nos lleve a Ti, Señor, un deseo ardiente de encontrarte también en los
hermanos.
Reflexión
En el camino de cada día. Se cruzan grandes distancias en busca de Dios, se hacen
grandes locuras, pero si tuerces la esquina de tu callejón oscuro, le
reconocerás en la puerta giratoria de tu corazón… ¡Haz la prueba!
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