VIA LUCIS
Hay una devoción popular con tradición desde la edad media,
que es el Via Crucis (el camino de la cruz). En él se recorren los momentos más
sobresalientes de la Pasión y Muerte de Cristo: desde la oración en el huerto
hasta la sepultura de su cuerpo (cf. "Via Crucis según los relatos
evangélicos"). Pero ésta es la primera parte de una historia que no acaba
en un sepulcro, ni siquiera en la mañana de la Resurrección, sino que se
extiende hasta la efusión del Espíritu Santo y su actuación maravillosa.
Desde el Domingo de Pascua hasta el de Pentecostés hubo
cincuenta días llenos de acontecimientos, inolvidables y trascendentales, que
los cercanos a Jesús vivieron intensamente, con una gratitud y un gozo
inimaginables.
De igual forma que las etapas de Jesús camino del Calvario
se han convertido en oración, queremos seguir también a Jesús en su camino de
gloria. Éste es el sentido último de esta propuesta una invitación a meditar la
etapa final del paso de Jesús por la tierra.
El Via Lucis, "camino de la luz" es una devoción
reciente que puede complementar la del Via Crucis. En ella se recorren catorce
estaciones con Cristo triunfante desde la Resurrección a Pentecostés, siguiendo
los relatos evangélicos. Incluímos también la venida del Espíritu Santo porque,
como dice el Catecismo de la Iglesia Católica: "El día de Pentecostés, al
término de las siete semanas pascuales, la Pascua de Cristo se consuma con la
efusión del Espíritu Santo que se manifiesta, da y comunica como Persona
divina" (n.731).
La devoción del Via Lucis se recomienda en el Tiempo Pascual
y todos los domingos del año que están muy estrechamente vinculados a Cristo
resucitado.
Cómo rezar el Via Lucis
Para rezar el Via Lucis, en que compartimos con Jesús la
alegría de su Resurrección, proponemos un esquema similar al que utilizamos
para rezar el Via Crucis:
Enunciado de la estación;
Presentación o monición que encuadra la escena;
Texto evangélico correspondiente, con la cita de los lugares
paralelos (en las dos últimas estaciones hemos tomado el texto de los Hechos de
los Apóstoles);
Oración que pretende tener un tono de súplica
Si se desea, después del enunciado de cada una de las
estaciones, se puede decir:
V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Nuestra disposición inicial
Los acontecimientos del Via Crucis concluyen en un sepulcro,
y dejan quizá en nuestro interior una imagen de fracaso. Pero ése no es el
final. Jesús con su Resurrección triunfa sobre el pecado y sobre la muerte.
Y, resucitado, dedicará nada menos que cuarenta días en
devolver la fe y la esperanza a los suyos. Después los dejará diez días de
reflexión - a modo de jornadas de retiro y oración - en torno a María para que
reciban la fuerza del Espíritu que les capacite para cumplir la misión que El
les ha confiado.
En los encuentros de Jesús con los suyos, llenos de
intimidad y de esperanza, el Señor parece jugar con ellos: aparece de
improviso, donde y como menos se esperan, les llena de alegría y fe, y
desaparece dejándoles de nuevo esperando. Pero después de su presencia viene la
confianza firme, la paz que ya nadie podrá arrebatarles. Todo se ilumina de una
luz nueva.
El Via Lucis es el camino de la luz, del gozo y la alegría
vividos con Cristo y gracias a Cristo resucitado. Vamos a vivir con los
discípulos su alegría desbordante que sabe contagiar a todos. Vamos a dejarnos
iluminar con la presencia y acción de Cristo resucitado que vive ya para
siempre entre nosotros. Vamos a dejarnos llenar por el Espíritu Santo que
vivifica el alma.
Manuel Martín, Alfonso Sánchez-Rey,J.Javier Romera
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